viernes, 4 de enero de 2013

Obsequios al Altísimo

Cristo Rey:

En la historia han habido tres grandes reyes hacedores de la Iglesia. Ellos son Carlomagno, Otón I del Sacro Imperio Romano Germánico y Ricardo I de Inglaterra Corazón de León.

Carlomagno fue quien le entregó la tierra a la Iglesia, los estados pontificios.

Otón I quien la refinó en doctrina, estructura y en su papel en el mundo, o sea quien la pulió.

Y Ricardo Corazón de León quien le entregó el cetro del reino del mundo, y se hizo su servidor.

¿Recuerdan a los tres reyes magos? Creo que inducen a estos hechos, pues cada rey le entrega un regalo al Mesías recién nacido, en este caso de los reyes anteriormente nombrados, en vez de “mirra, incienso y oro”, “la tierra, el ornamento y el cetro”, porque estos reyes han conseguido victorias para Dios a diferencia de otros reyes del mundo y de la historia.

Cristo no bajó al mundo físicamente en la edad media para recibir todos estos obsequios, por lo que sus representantes el Papa, fueron los que se encargaron de animar en el Evangelio al mundo, a ocupar ese lugar vacante por el Mesías.

Pero Dios no ignoró todo esto, y en un momento llama a uno de estos reyes, a Ricardo, en otro momento e instante, en donde le pide preparar al mundo para su Venida, para que dé su ejemplo de renuncia al mundo y de regalar su corona a Dios, él debe llevar a todo el mundo a seguir ese mismo ejemplo para esperar y prepararse para recibir a su Salvador y Rey.

Así Ricardo en Juan el Bautista, prepara el camino, 'renuncien al mundo, sométanse a la Voluntad del Altísimo', y un condimento nuevo, "Arrepiéntanse de sus males". Así el mundo cede sus privilegios para Dios. También llama a los demás reyes a un nuevo compromiso, y los pone a trabajar para un verdadero cambio.

Pero cuando viene Cristo le da otro sentido a todo esto, y lo muestra con el amor, no se renuncia simplemente por entregarle un poder a Dios, sino por hacerle un obsequio afectuoso, alabarlo, adorarlo, bendecirlo, amarlo, anhelarlo, quererlo, glorificarlo. Y Cristo también responde con regalos, porque los obsequios son del pueblo para Dios y de Dios para el pueblo, nace una relación entre el Hombre y Dios. Así desde Cristo se tiene una visión que se aparta de la del mundo, es un verdadero giro copernicano, se aparta radicalmente de la visión mundana de las cosas. Ya no se trata de si el poder o no el poder, si soy rico o si soy pobre, ahora se trata de amar, y en el amor se contradicen todos los valores que el mundo venía conociendo tanto en un extremo como en el otro. Si existe una antítesis de un mundo ambicioso, no hay más real que Cristo.

No hay comentarios: