martes, 13 de noviembre de 2012

Los Fundamentos del Medioevo

Los Apóstoles de la Edad Media: Carlomagno, Mahoma y Lutero.

Mahoma fundador del Islam.
Carlomagno hacedor de la Iglesia.
Martín Lutero reformador de la Iglesia.

En ellos tres encontramos la esencia de los mil años de Edad Media, el oscurantismo cómo le dicen a la Alta Edad Media, las Cruzadas y el Renacimiento. Por un lado un misticismo extremo, ignorancia, celo por Dios y por la Iglesia, e interés por la investigación en lo Sagrado. A pesar de ser un milenio caracterizado por la falta de ciencia, medios y tecnología, la edad media ha sido muy rica en valores y un campo apropiado para las innovaciones del porvenir.

¿Quién fue Mahoma? Es el Profeta del Islam, pero no lo estudiaremos tanto desde la cultura islámica, sino desde una perspectiva histórica. En tiempos de Mahoma, todo el conocimiento y la sabiduría estaba en manos de los líderes religiosos, los pastores y monjes, quienes eran la única guía, por lo que bien es cierto cuando se habla de la ignorancia popular de esos tiempos. Mahoma nos trae en el Corán una Fe activa, en donde el hombre reza a su Dios diariamente, recita los versículos del Corán a diario, da limosnas, y debe ser siempre solidario con su prójimo. Predicaba en contra de la usura, y las armas debían ser usadas en defensa de la Fe cuando ésta se ponía en riesgo, y nunca usarlas como agresión. En el Corán se procura y se defiende a Dios con mucho celo y con palabras punzantes contra los que considera infieles, enemigos de Dios. A diferencia de Lutero, Mahoma se acerca más al Antiguo Testamento, pues Lutero enfatiza al Nuevo.

Carlomagno fue un rey católico por el año 800 de nuestra era cristiana, tanto como su padre, defendió a la Iglesia de todas las agresiones de pueblos sean o no paganos, defendió al papado, le entregó tierras en posesión, y guerreó con hacha y espada contra todos los pueblos paganos vecinos, y como acto benevolente les devolvió las tierras y sus gobiernos, pero luego de haber sido bautizados e integrados a la fe cristiana. Parece insólito, pero esa fue una condición que Carlomagno aplicó con el derecho de haber vencido y de poder hacer lo que quisiera con sus enemigos una vez rendidos, pues fue grata su retribución recordando tantos casos en donde directamente son asesinados o convertidos a esclavos, pues Carlomagno los integró al catolicismo y les devolvió sus tierras. Fue tanta la energía que puso en favor de la Iglesia, que en una situación donde tuvo que viajar a defender al Papa de unas acusaciones, luego de ganar el juicio, cuando estaba arrodillado rezando en la Misa de Navidad del año 800, el Papa sacó una corona y se la colocó improvisadamente, y lo declaró 'Emperador pacífico y defensor de los cristianos', inaugurando una larga tradición de reyes y emperadores ungidos por los siervos del Señor. Se creía que era la Voluntad de Dios que el Papa lo coronara, por lo que en la historia medieval se decía que los reyes lo eran por Gracia de Dios. Carlomagno se mostró como un rey que se rendía ante la Iglesia y a la que estaba dispuesto a defender ante todo. Carlomagno se dio cuenta de la ignorancia que reinaba en su época, por lo que promueve la apertura de universidades y el estudio de los documentos antiguos, la ciencia y la teología cobran importancia, pero a toda esta estructura será la Iglesia quien la dirija, esta etapa fue conocida como el renacimiento carolingio, una versión primitiva del posterior renacimiento, pero es un ejemplo de esto de promover el estudio que otros reyes imitarán, generando ese ambiente sapiente.

Martín Lutero, muy conocido como reformador de la Iglesia, ya que vivió en tiempos donde había mucha corrupción, creía que la Iglesia había desviado el mensaje del Evangelio y que se aprovechaba económicamente de sus fieles. Tradujo la Biblia a un idioma en la que todos la puedan leer, y gracias a la imprenta muchos pudieron adquirirla. Favoreció el estudio de las Sagradas Escrituras, y creía que era el camino para que el cristianismo se renovara. Tenía buenas intenciones, pero la Iglesia notó irregularidades en sus doctrinas de las cuales las veía como una desviación de la Tradición, por lo que haría su propia reforma interna, conocida como la Contrarreforma a la que opuso a la Reforma Protestante. Décadas y un siglo de guerras sobrevendrían por cuestiones de Fe, hasta que al final los protestantes se ganarían su derecho a la libertad de culto.

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