lunes, 4 de febrero de 2013

Lo que se espera...

¿Destino o Azar?

Las personas creyentes o no siempre nos preguntamos si todo lo que nos acontece es por pura casualidad o porque está escrito que sea así...

En el foro donde participo este tema se ha discutido hasta el hartazgo, y hay muchos argumentos en pro y en contra.

Se dice que es un poco injusto que las cosas estén previstas, porque es como que nuestra libertad está anulada, y entre otras cuestiones esta idea deja mal parado a Dios si tenemos en cuenta todas las cosas malas que pasan.

Mi argumento es que los cristianos creemos que el bien está resguardado por Dios, y que todo lo que sucede malo o bueno es conveniente, que al final todo tiene un plan benigno previsto por Dios con un final feliz.

Se dice que nuestra libertad estaría anulada, pero no es así. Es difícil conciliar la idea del destino con la libertad en pocas palabras, pero puede comprenderse. La libertad no está anulada, pero existen los límites, no todo lo que queremos se puede conseguir, Dios es nuestro guía y árbitro. Que Él decida nuestros destinos no es malo, porque si es nuestro rector pero a cambio somos felices ¿Qué importa pues? En cambio si somos libres e independientes y prescindimos de Dios pero a cambio debemos sufrir por conseguir todo lo que necesitamos, no es un buen negocio.

No somos títeres de Dios, tenemos voluntad y también libertad, pero Dios también tiene libertad y voluntad, por ello se conjugan ambas voluntades la de Dios y la del hombre. Es una relación la que vive el hombre con Dios.

Pero Dios es nuestro Señor, esa es la diferencia, nosotros somos servidores de él, aunque en definitiva Dios termina siendo servidor del hombre.

Dios tiene un plan para cada uno, la línea está trazada ¿Y eso anula nuestra libertad? Claro que no, pero como dije anteriormente, existen límites, no todo lo que anhelamos lo podemos conseguir.

Todo lo que sucede está previsto, las personas que se cruzan en nuestras vidas no son por puro azar, conocer a la mujer de mi vida y casarme con ella no es suerte como tampoco mero mérito por la conquista. Y las personas que perdemos no es algo que se podría haber evitado del todo, sino que a veces está previsto que sea así.

Es mejor creer que las cosas suceden porque así está previsto antes que el puro azar, porque eso es creer en Dios, que él tiene un plan para cada uno, y que anhela lo mejor para nosotros, así seamos solteros, pobres, o ricos o casados, con hijos, etc. Todo lo que sucede es conveniente.

La libertad absoluta no existe, como tampoco somos títeres. Existe la felicidad si obedecemos a Dios, y la infelicidad si le rechazamos.

El mundo está guiado, y la creación está guiada. Dios acompaña al hombre y lo guía.

Incluso hasta las cosas malas están previstas y permitidas, por alguna razón. Es la pregunta del millón ¿Si Dios es justo y bueno por qué hay guerras y hambre en el mundo? ¿Si Dios decide los destinos por qué todo ello, acaso es un mal Dios?

Lo cierto es que quisiéramos explicar todo como para justificar a Dios, pero lo que creemos es que todo sucede por algo y que tiene final feliz, así lo creemos, que es conveniente por alguna razón. Y lo cierto es que esto nos da más ánimos que pensar que no hay Dios y que todo se maneja con el azar, que todo lo ganamos o lo perdemos dependiendo de nosotros, así vivimos los fracasos con mucha culpa y las victorias con vanagloria. Es más dramático del lado que se lo quiera ver, para algunos más emocionante, y puede ser, por ese carácter de imprevisto que le damos a las cosas que suceden, pero la idea del destino nos deja más tranquilos en las cosas malas, y agradecidos de las cosas buenas. Creer en la providencia da tranquilidad, porque creemos en Dios, que al final siempre hay algo bueno. En cambio al creer en el azar nos desesperamos por que las cosas salgan bien ya que creemos que dependemos de nosotros en buena medida en cuanto a los resultados. En cuanto al destino también dependemos de nosotros, pero como creemos que hay un ser supremo que todo lo sabe, que nos ayuda o que nos corrige para un final feliz, que permite que seamos felices en determinadas situaciones o que suframos de otras para llevarnos algo útil, también dependemos de nosotros para muchos logros, pero con la idea de que Dios está a nuestro lado acompañándonos y guiándonos.

El azar está más bien ligado a los ateos, en cambio el destino a la Fe.

A muchos, incluso creyentes, no les parece convincente la idea de "destino", porque creen que no podemos hacer nada para cambiar el presente y nuestro futuro, como si todo estuviera escrito. Pero aunque esté escrito, vivimos esa película y somos responsables de ella. Dios sabe de antemano lo que va a suceder, y conoce nuestro corazón, por eso determina cosas que deben presentarse para nuestra madurez. Nosotros tenemos una condición, y esa condición es en mucho lo que depende que Dios ponga en nuestro camino. De todas formas no hay que desesperarse cuando algo no sale como uno pretende, a veces no lo comprendemos, pero debemos entender que así Dios lo quiere. Y si Dios lo quiere es porque conviene. Amén.

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